La excesiva preocupación en los últimos años por la estética ha hecho que muchos jóvenes lleven en la boca piercings, pero esta moda está provocando multitud de perjuicios para la salud bucodental.
Así lo pone de manifiesto un estudio realizado en la Clínica Odontológica de la Universidad Rey Juan Carlos, URJC de Madrid. El 72% de los pacientes encuestados manifestaron haber sufrido alguna complicación posterior a la colocación del piercing. La más frecuente fue la inflamación (el 35%), seguida del dolor (18%), la dificultad de hablar y de masticar (el 15%), disgeusia (alteración del gusto) (el 5%), sangrado (4%), hipersialia (aumento de la salivación), infección y parestesias (sensación de hormigueo) (todas ellas un 2%) y alergia (1%).
Las lesiones más frecuentes son fracturas, abrasiones, fisuras, desprendimientos de espículas de esmalte y dolor. Uno de los problemas derivados de la abrasión y el desprendimiento de espículas es una mayor sensibilidad de la pieza dentaria cuando se ingieren sustancias frías o dulces.
De entre todos los tipos de piercings, los que se colocan en la lengua (conocidos como barbells) tienen más probabilidades de crear algún tipo de lesión dental, sobre todo en la zona de los molares e incisivos inferiores, en comparación con los piercings labiales.
En cuanto a las lesiones periodontales derivadas de un piercing bucal, un 64,3% de los casos se dan por el uso de piercings linguales y un 35,7% por los colocados en el labio inferior. Estas alteraciones suelen originarse por la acción reiterada de la ornamentación metálica contra el periodonto, lo que causa una recesión gingival (en grado leve, moderado o severo) o un trauma en los tejidos vecinos. También es posible que los piercings causen un acúmulo de placa bacteriana.
Si hablamos de la enfermedad periodontal, los datos tampoco son muy favorables para los portadores de piercings en la zona bucal: prácticamente la mitad de los portadores de estas ornamentaciones (48,1%) padecen esta enfermedad que afecta a las encías y a la estructura de soporte de los dientes. Los investigadores señalan, además, que aumenta en los sujetos que llevan el piercing de metal y cuya colocación es extraoral.