Si alguien de vosotros lleva alguno de los antiguos empastes dentales en su boca, puede generar electricidad. Es algo que fácilmente se puede comprobar introduciéndose un trozo de papel de aluminio en la boca y masticándolo.
El papel aluminio funciona como segundo metal que reacciona con el empaste de mercurio-plata de tu muela, mientras que la propia saliva actúa como electrolito. La corriente eléctrica producida se liberará directamente en las terminaciones nerviosas de las muelas empastadas.
El electrolito es la pasta o fluido conductor en el que, sumergidos, dos clases distintas de metales generan la electricidad. Tal y como lo explica Lewis Dartnell en su libro Abrir en caso de Apocalipsis:
Todos los metales tienen una particular afinidad por las partículas denominadas electrones, y si se juntan dos metales disímiles uno de los dos le cederá electrones al otro, el más hambriento de ellos, generando una corriente eléctrica a lo largo del cable que los conecta.
Esta reacción es la misma que tiene lugar en las pilas que usamos para alimentar nuestros aparatos electrónicos, desde que se creara la primera pila, la llamada pila de Volta, fruto del genio del físico del mismo nombre, que se construyó en 1800 “apilando” discos alternos de plata y zinc, separados por láminas de cartón empapadas de agua salada.